¡Sube el volumen que empieza el campamento! Desde bien temprano van llegando los primeros gazterocker con mochilas cargadas de ganas y algún que otro instrumento a la espalda. Nos instalamos en el albergue, nos ponemos cómodos y arranca el calentamiento: juegos para aprender los nombres, primeras risas y mucha actitud. El ambiente ya huele a festival.

Después de comer y recuperar algo de energía, llega la primera gran dinámica del campa. El objetivo: empezar a vibrar todos en la misma frecuencia. Se presentan los diferentes talleristas del campamento y nos cuentan en qué consistirán los talleres que nos esperan los próximos días, todo ello, como no podía ser de otra forma, con buenas dosis de rock. Poco a poco, se va tejiendo la conexión entre quienes van a compartir esta aventura.

Y para rematar el día por todo lo alto, Lehia nos ofrece un concierto en exclusiva. Buena energía, bailes, y un público entregado. Que nadie se sorprenda si suenan pogos simbólicos o gritos de “¡otra, otra!” sin motivo aparente. Nos vamos a dormir con la sensación de que esto… va a ser muy, pero que muy grande.